29 de agosto de 2011

Recetas de lluvia y azúcar

De pequeña me leí un libro
de mayores que contaba
que podias comerte la vida
a cucharadas.
Este recetario sirve para
endulzar las emociones
que nos acompañan
cada día y comprender
que la imaginación es un
ingrediente imprescindible.

RECETA PARA ESTAR ALEGRE

1. Abrir los ojos
2. Escuchar el sonido del mundo
3. Dar vueltas sobre uno mismo como una peonza
4. Cantar y bailar y, después, bailar y cantar
5. Amanecer por la mañana, atardecer con el sol
(vale ponerse naranja) y dormir por la noche
6. Darse besos en los brazos

E.Manzano, Gutiérrez Serna M. Recetas de lluvia y azúcar.

26 de mayo de 2009

Canción de amor de la joven loca.

Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).

Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.

Soñé que me hechizabas en la cama
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).

Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.

Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).

Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente).

Sylvia Plath.

EL POZO SALVAJE

Por más que aburras esa melodía
monótona y brumosa de la vida diaria,
y que te amansa;
por más lobo sin dientes que te creas;
por más sabiduría y experiencia y paz de espíritu;
por más orden con que hayas decorado las paredes,
por más edad que la edad te haya dado,
por muchas otras vidas que los libros te alcancen,
y añade lo que quieras a esta lista,
hay un pozo salvaje al fondo de ti mismo,
un lugar que es tan tuyo como tu propia muerte.
Es de piedra y de noche, y de fuego y de lágrimas.
En sus aguas dudosas
reposa desde siempre lo que no está dormido,
un remoto lugar donde se fraguan
las abominaciones y los sueños,
la traición y los crímenes.
Es el pozo de lo que eres capaz
y en él duermen reptiles, y un fulgor
y una profunda espera.
En tu rostro también, y tú eres ese pozo.

Ya sé que lo sabías. Por lo tanto,
Acepta, brinda y bebe.

Carlos Marzal. De "Los países nocturnos" 1996

1 de febrero de 2009

Barcos a la deriva

Le tocó ser mujer, pero ella sabe que siempre será un barco a la deriva.

¿Cómo sería su pareja si fuera barco? ¿Cada cuándo se cruzará un velero con su amante? ¿Serán monógamos los veleros? ¿Tendrán los barcos ideas políticas? ¿Deseos? ¿Curiosidad? ¿Temor? ¿Indisciplina?

Si somos como barcos ¿quiénes son nuestros náufragos?¿Qué tesoros tiramos por la borda? ¿Por dónde nos entra el agua? ¿Qué milagro nos mantiene a flote?¿A dónde vamos cuando el mar finge estar en calma y parece que el rumbo es nuestro, cuando tuvimos una infancia feliz y no tenemos hambre ni sosiego?

¿En qué mares se perderán nuestras cabezas algún octubre sonriente y amarillo, implacable y lunático?

En Puerto Libre de Ángeles Mastretta

22 de enero de 2009

AZULYROSA



soy azul soy rosa soy azul soy rosa soy azul soy rosa soy azul soy rosa

12 de enero de 2009

Un día cualquiera no se donde estoy

A la hora que sea abro los ojos, cualquier día, y tengo que reconocer la luz, las marcas de la pared, la textura del edredón, los colores de los números luminosos del reloj. O reconocer que no hay reloj. Pero el móvil siempre está. A veces a la derecha de la cama, y otras a la izquierda. En una mesita de madera, en una verde de plástico, en el suelo, también a veces, pero siempre está, y siempre me dice la hora. Pero no el lugar.

Hoy el móvil estaba a mi derecha, en una mesita de noche de madera, junto a un vaso de agua, delante del reloj despertador con los números amarillentos. El edredón es más bien duro y la ventana está a mi derecha. A mi izquierda hay calorcito humano. Estoy en Valencia. Ha sonado el despertador. Es lunes. Hay que aligerar.

Hacía frío cuando salí a la calle, dos grados marcaba el termómetro de la estación. Cero cuando llegué a Madrid a mediodía. Todavía quedaban capas de nieve helada sobre el césped y en las esquinas. El reguero de agua en las calles no era porque todo el vecindario se hubiera puesto a regar las plantas en ese momento. Seguramente se deshacía la nieve de los tejados que todavía no veía.

Mañana la luz de la ventana me entrará por la izquierda, el móvil estará sobre la mesita, a la derecha y los números del despertador serán verdes. El edredón será más fino y en la cama sólo estará mi calor.

27 de diciembre de 2008

Despedida

Casi desnuda,
al cobijo del sol,
con el rumor de las olas.

Soñando que llegas,
que me besas en la nuca,
que me doy la vuelta,
y veo tu cara.

Que me besas en la boca,
que te abrazo,
que te atraigo hacia mi,
que te dejas llevar.

Besos de pieles.
yo, caliente y tú aún frío
por poco.

Sudamos
cuerpos unidos, lubrificados
pegados.

Abro los ojos.
Veo azul, muy azul.
No son tus ojos,
es el cielo.

Otro de tantos momentos no vividos.
Soñados, sentidos.
Ya me cansé.

Lola Gutiérrez, marzo 2006